‘Nuestros límites mentales suelen obstaculizar nuestra capacidad para percibir OPORTUNIDADES, SOLUCIONES o ALTERNATIVAS.’ Esta afirmación esta extraída del libro de Borja Vilaseca ‘¿Qué harías si no tuvieras miedo?’.
Y creo en ella a pies juntillas. Mentalmente estamos limitados. Nos hemos limitado. Nos han limitado. A unos menos, a otros más, pero todos y cada uno de nosotros tenemos marcados unas líneas imaginarias, unas fronteras, márgenes, marcos. Nos movemos cómodamente dentro de ellos, pero cuando nos aproximamos o pensamos en traspasarlos nos inquietamos. Sentimos inseguridad, miedo. La adrenalina se activa. No nos quedamos impasibles cuando decidimos ‘saltar al vacío’ y pasar esa linea que nos tiene sujetos a la tranquilidad y la comodidad. A la rutina. A lo que sé hacer y domino. A todo aquello que controlo.
Si en la adolescencia nos hubieran sentado y nos hubieran cuestionado todo aquello que queríamos para nuestro futuro, si nos hubieran propuesto mover alguna de esas lineas de confort… ¡otro gallo cantaría hoy!
Y me refiero a preguntas tan simples como complicadas. Cuestiones tales como:
– ¿Quién soy?
– ¿Qué necesito para ser feliz?
– ¿Qué me apasiona?
– ¿Qué detesto?
– ¿Cuáles son mis fortalezas? ¿En qué soy bueno?
– ¿Y mis debilidades? ¿Todo aquello que podría trabajar y mejorar?
– ¿Cómo quiero vivir el resto de mi vida?
-¿Qué valoras de las personas? ¿Y de ti?
Nadie nos cuestionó demasiado y no nos dimos cuenta de ello. Y ahora no es tarde para ello, pero tenemos un marco mayor, unas líneas más gruesas…aunque franqueables, pero gruesas y algo más rígidas.
Sólo os propongo que, en el momento que os planteéis dar un paso cerca de ellas, os déis el placer de experimentar el acercamiento y el salto, si es necesario. Todo ello si el motivo es seguir a vuestro YO interior. Si es por ser más felices y más coherentes con lo que pensáis y queréis.