Cómo quieres que te vayan las cosas, cómo has pensado organizar tus días, tus semanas, tu futuro.
A veces vivimos a la espera de que las cosas pasen. Vivimos pensando que mañana será nuestro día. Nos proponemos retos aunque siempre son para empezar mañana, la semana que viene, el fin de semana, después de las vacaciones, etc.
Ayuda mucho, muchísimo, poner fecha a esas propuestas personales, a esos propósitos. Y no me refiero a grandes proyectos si no a pequeñas cosas de nuestra rutina. Empezar el régimen, encontrar el momento de leer, llamar a esa persona que cada vez hace más tiempo que no ves y mil cosas que cada día retrasamos y las pasamos al mañana.
Yo soy de estas. Aunque reconozco que me he reeducado en este tema. Me propuse en su día fechar las cosas. Y, aún teniendo cosas por resolver, he aprendido a dar caña a temas que iba relegando a otros momentos que nunca llegaban. Y parece que cuando los retrasas te olvidas. ¡No es cierto! Siguen ahí, latentes. Y van apareciendo y recordándote que les prometiste solución.
Reconozco que la mayoría de cosas era por pura pereza. Pereza que se convierte en culpa por no ir resolviéndolos. Una vez te pones con las manos en la masa empiezas a sentir que tienes el poder de decidir sobre tus cosas (¡aunque antes ya lo tenías!). Depende simplemente de ti. Sólo de tus ganas de hacerlo. Y, en parte, sabes que el grado de responsabilidad es mayor del que pensabas y, por otro lado, crece la imagen positiva de ti mismo. Ganas. En todo ganas. Y como ganas en todo, no hay excusa que valga, pon fecha a esa lista de cositas que tienes en tu cabeza. Es un gustazo tachar cosas ya solucionadas.
Y no me digas que te sentarás MAÑANA, porque el momento es……¡¡AHORA!!.