Equilibrio. Sensación de tener la balanza de tus cosas, de tus rincones, de tus pequeños submundos equilibrada. De saber que lo que hago, cómo vivo, lo que tengo, mis futuros pasos…son en base a mis creencias, a mi forma de pensar y desear. Son fruto de mis sueños. No tiene que importarte lo que piensen los demás, ni si les gusta lo que haces, ni si entienden para qué lo haces. Al que le interese ya se acercará a preguntar y, aún así, no siempre se irá habiendo entendido el fin. Y, sinceramente, no es la idea hacer entender al mundo el porqué de tus decisiones. Tu intención última debe ser que el siguiente paso te acerque al objetivo final. Que el paso tenga sentido en sí mismo y no sea un paso gratuito, en vano, por pasar el rato dándolos sin rumbo.
Y caminar por esa cuerda y mantener el equilibrio no es fácil aunque tampoco es difícil. Simplemente hay que ser constante, persistente y estar atento. Atento a a tres cosas:
1. Atento a lo que te encanta. Saber en qué pasas el rato y lo disfrutas. Y echarías horas y horas en ello y no te cansarías de hacerlo. Y la gente te dice que cómo puedes pasar tantas horas en ello y tu respuesta es siempre la misma me encanta, lo disfruto.
2. Atento a lo que quieres. Es, simplemente, una cuestión de actitud en la perspectiva sobre uno mismo y las circunstancias. Y saber que las cosas que nos pasan no son fruto del factor suerte sino resultado de tus decisiones.
3. Y muy atento a encontrar dónde está. A menudo está dónde estén aquellas personas que compartan tus mismas aptitudes. Hay que ser, por ello, un buen observador, escuchar atento, para encontrarlos. Entrar en ese grupo y empezar a desarrollarte y acercarte al equilibrio.
Puede que ya te sientas en equilibrio y que hayas confirmado lo que estás leyendo en estas lineas. ¡¡Me alegro!! Yo aun estoy dando pasitos. ¡A ver dónde llego!