No es fastidiar, es fortalecer.

 

Solemos hablar de problemas. Yo os planteo un cambio de palabra. Hablemos de situaciones. Es como si estuviéramos jugando a un videojuego y en cada pantalla nos apareciera un elemento nuevo a combatir. Nos ofrecen diferentes herramientas, las cuales tienes a tu alcance para ser usadas y, así, arrebatar el control y el poder. Únicamente debes saber bien con qué herramientas cuentas y buen criterio para elegir la más adecuada.

mariosuper

 

No se trata de fastidiar sino de fortalecer. En cada nivel aumentas tu fuerza y tu experiencia. Te vuelves más hábil y el factor sorpresa es cada vez más predecible.Y, automáticamente, tus niveles de auto-conocimiento y confianza crecen.

Actitudes que te ayudarán a pasar de pantalla y no estancarte:

  1. Generalizar no ayuda a avanzar. Estableces una norma que predetermina tu manera de afrontar la situación. Por ejemplo: Nunca se me ha dado bien solucionar hablar en una reunión. 
  2. La dramatización, el catastrofismo. Vuelves a anticipar acontecimientos que no favorecerán la búsqueda de soluciones.
  3. Pensar cómo lo solucionaría algún amigo/familiar más resolutivo que tú.
  4. ¿Y qué más? Es una pregunta muy buena cuando crees que no existen más opciones que las ya pensadas. SIEMPRE hay más opciones.
  5. Sentir la responsabilidad de solucionarlo y la agradable sensación de haberlo hecho.  

 

Dicen que soy héroe, yo débil, tímido, casi insignificante, si siendo como soy hice lo que hice, imagínense lo que pueden hacer todos ustedes juntos.

Mahatma Gandhi.

4 comentarios
  1. Granota
    Granota Dice:

    Yo te propongo una palabra mejor: retos. «En lugar de hablar de problemas, hablemos de retos». Retos personales, retos profesionales… ¡retos! Es una palabra más positiva.
    ¡Croac!

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  2. Pepe
    Pepe Dice:

    Creo que jugar con las palabras para modificar la realidad es un juego de autoengaño. Las palabras no son tan importantes como lo que hacemos con ellas. Fijarse en el nombre es estancarse a observar, acostumbrarse a acompañar el «problema» con la «solción» implica movimiento, dinamismo. No nos engañemos llamando a los problemas de otras maneras para que parezcan leves o asequibles, pongámoslos delante de nosotros y busquemos la solución desde el mismo momento que se presentan. Cambiarle el nombre sirve para calmar la ansiedad, el miedo y reprogramar nuestra actitud, pero no te ayuda a avanzar. Seremos la misma persona con las mismas armas lo llamemos problema, reto…

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