¿Cuándo fue la última vez?
A las personas nos suele gustar tener una cómoda estabilidad en nuestras vidas. Sentir cierta calma en la vida laboral y saber que somos parte importante del engranaje, vivir relaciones personales tranquilas y ricas, disfrutar de pequeños placeres y crear hábitos que nos reporten calidad de vida.
Cuando aparecen circunstancias que amenazan esa estabilidad, nos mostramos inquietos, miedosos, inseguros. Los cambios no suelen gustar si vienen de forma inesperada. Aunque podemos aprender a lidiarlos con éxito. Y de ellos siempre sacamos enseñanzas que sólo nosotros aprendemos.
Sin embargo, me interesa hacer hincapié en el cambio deseado. El que es buscado, incluso provocado.
Como reza este cartel publicitario
¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?
Eso es exactamente lo que nos emociona y motiva. Necesitamos desarrollar proyectos que nos hagan vibrar de alguna manera. Que todo sea una novedad tiene dos caras. La de la aventura, sorpresa, ilusión, reto, implicación, etc. Y la contrapuesta, la que nos frena por hacernos pensar que no podremos conseguirlo, tenemos miedo a salir de nuestra zona de confort, a creer que perderemos aquellos «privilegios» ganados con los años, a estar, en definitiva, peor de lo que estamos.
El trabajo con un coach es, básicamente, el de reeducar esas creencias que nos limitan, esos miedos que nos paralizan y ampliar el campo de visión. Un trabajo periódico con él, donde permites idear un plan de transición para dar ese salto deseado, con la seguridad de que, sin prisa pero sin pausa, conseguirás el objetivo de cambio que te has propuesto, con el claro convencimiento de que estás ganando, siempre ganando!
NO dejéis de permitiros ese CAMBIO, todos somos capaces de dar el salto!!
Es difícil encontrar algo que te motive, pero cuando lo encuentras agradeces el tiempo de inestabilidad que te ha llevado a buscar experiencias nuevas, que seguro serán más enriquecedoras que las anteriores.
Desde mi punto de vista, lo que nos cuesta más es darnos cuenta de que lo que estábamos haciendo hasta ahora no nos llenaba, no nos hacía tan felices. Porque eso era lo que habíamos planeado para nosotros y, como quien regala algo, decepciona saber que no ha gustado.
¡Planeas una ruta pensando en tu yo del futuro, y luego resulta que no se le parece en absoluto!
Es… desconcertante y estimulante a la vez.
El miedo al cambio es un lastre. Cuando lo superamos, la satisfacción es mucho mayor… Cuando uno lo ha hecho una vez, se demuestra a si mismo que es posible, y con esa experiencia afronta los nuevos retos con más confianza.
La vida es breve… hay que ser valiente para tomar decisiones que nos alejen de esa zona de confort que no siempre nos hacen feliz.
Hola Maria, me gusta el artículo… yo creo que la vida tiene que combinar la estabilidad (incluso en las pequeñas cosas…) con la emoción que suponen los pequeños retos o cambios… Para mi, pesa más conseguir la estabilidad… pero comparto tu reflexión en el blog! Un besote y a seguir haciéndonos «pensar»…