Conocí a Eckhart Tolle en una de mis sesiones de coaching. Mi coach me recomendó leer su conocido libro El poder del ahora. Una lectura que me ayudó, sin dejar de pensar en el futuro y en mis objetivos ni olvidar el pasado y sus momentos,  a ser consciente del presente, del ahora. Me hizo caer en la cuenta de que es tan valioso el AHORA, como los demás momentos vividos o por descubrir. Y debo reconocer que lo había dejado un poco de lado.

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Gran lectura. Vives más intensamente sin descuidar lo que vendrá y lo que se fue.

Os dejo un pedacito de entrevista con George Stroumboulopoulos. Interesante tomar apuntes.

[youtube=http://www.youtube.com/watch?v=miEpngZshDw]

En mi día a día enseño, entre otras muchas cosas, a generar conversaciones. Enseño a dialogar. Promuevo la visión crítica, el respeto a la diferencia de opiniones, la expresión verbal y no verbal, el momento de escuchar y de aportar, las respuestas con criterio, y un sinfín de pequeños y grandes detalles que cuando dialogamos con nuestro vecino o con una amiga no tenemos en cuenta, ya sea por la costumbre o por las prisas, y no somos conscientes de las formas, en cambio sí del mensaje.

El diálogosegún la RAE, es la plática entre dos o más personas, que alternativamente manifiestan sus ideas o afectos.

En mi opinión, esta definición no le hace justicia. Desarrollar un diálogo es una acción que requiere cierta habilidad. El arte de dialogar es complejo. Implica factores visibles y obvios, como que se dé entre dos personas. Pero existen otros no tan tangibles que le dan calidad y sutileza a esa acción.

Y a ellos les doy protagonismo hoy. Saber descubrirlos y entenderlos es un arte. No debemos quedarnos con el mensaje desnudo, sino con el lenguaje corporal que lo acompaña (mirada, movimiento de las manos, posición de los hombros, etc), con el tono de voz que usa, con el ritmo del discurso, con la energía que desprende, con los silencios que genera…. Todos estos factores nos dan más información de la que transmite el mensaje verbal en sí.

Este video se hizo famoso por la conversación de dos bebes que, sin saber hablar, mantuvieron largamente.

http://www.youtube.com/watch?v=YO7hzW9WuWQ

El psicólogo Albert Mehrabian, actualmente profesor emérito en UCLA, llevó a cabo experimentos sobre actitudes y sentimientos, y encontró que en ciertas situaciones en que la comunicación verbal es altamente ambigua, solo el 7% de la información se atribuye a las palabras, mientras que el 38% se atribuye a la voz (entonación, proyección, resonancia, tono, etc) y el 55% al lenguaje corporal (gestos, posturas, movimiento de los ojos, respiración, etc.)

¿No os ha pasado alguna vez que, explicándole a un amigo vuestras batallitas diarias, os ha dado la sensación de que no os estaba escuchando aunque os mirase a los ojos? Son ese tipo de signos los que nos dan información indirecta de cómo está la otra persona, si le interesa lo que le contamos, si le entusiasma o no el plan propuesto, etc. Mejora la comunicación sin más. Y muchas veces uno mismo no es consciente de ellos al hablar. Pero si ponemos atención los veremos y nos ayudará a dar calidad a esos diálogos.

Os dejo este video de Elsa Punset, muy gráfico, aunque sólo es un ejemplo de los miles de signos que podemos llegar a descubrir en nuestros diálogos, en nuestras conversaciones, ya sea con personas de confianza como con extraños.

Leyendo la prensa esta mañana encontré este artículo que viene a complementar el post Llamadme egoísta.

http://elpais.com/elpais/2013/04/03/eps/1365002939_513782.htmlImagen

Escribir en papel cinco cosas, actividades, personas, situaciones que me aporten energía y cinco más que me la quiten. Eso fue lo que me propuso una persona hará unos meses, a lo que respondí: fácil!

Probadlo! A mi no me pareció tan sencillo!. En realidad fue un ejercicio que me inquietó durante días.

Cogí papel y boli, tracé una línea vertical y empecé, casi sin pensar, a escribir en la columna de la izquierda aquellas que me aportaban. Fue relativamente fácil. Sí. Me dejé alguna descartada y todo!. De ello me preocupo, de tener hobbies, de disfrutar de personas, de actividades que me carguen las pilas para empezar la semana motivada, enérgica, con ilusión.

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Foto: Maria Alegret

El problema fue escribir las cinco que me la quitaban. De repente me asaltaron dudas y peros. Había más de las que creía! Y no sólo aquellas más habituales como: dormir poco, comer mal, reunirte con aquel compañero/a de trabajo con el que no llegas nunca a un consenso, etc. Aparecieron nuevas con las que no contaba. Situaciones, personas y hábitos que nunca había cuestionado, eran así porqué sí! Porque siempre nos hemos visto, porque lo hago desde siempre, porque en mi casa se hace así, porqué es amigo mío…. Suelen ser las frases para justificar el porqué sigues actuando así si eso te quita energía, te hace estar de mal humor, incómoda.

Ese ejercicio, en principio, tan sencillo, se convirtió en el motor de varios cambios en mi día a día. Seguramente imperceptible para los demás, muy positivo para mi. Esa era la idea!

Evita las compañías corrosivas, el negativismo gratuito y las críticas constantes sin sentido. Sustituye esas actividades que te has obligado a cumplir, seguro que hay maneras más atractivas de llevarlas a cabo.

Y la verdad es que ahora cuido a aquellas personas que me cargan las pilas, intento que tengan cabida aquellos hobbies que me despiertan sensaciones agradables y me hacen disfrutar, priorizo aquellas cosas que espero con impaciencia. Llamadme egoísta por ello, (mal entendido, todo sea dicho) pero si no cuido ese trocito de mi vida…quién va a dedicarle un minuto?

Aquí os dejo un artículo de El País relacionado con mi escrito.

PERSONAS VÍRICAS QUE CONSUMEN ENERGÍA

 

Buenos días!

os recomiendo ver con calma El circo de las Mariposas, un corto muy potente que nos deja reflexiones realmente interesantes de superación personal, aplicable a cualquier situación complicada de nuestro día a día.

Espero que le saquéis mucho jugo!!

Moverte por la vida con las ideas claras. Sentirte activo, creativo, confiado. Tener objetivos alcanzables, útiles para uno mismo. Motivadores. Tener la certeza de lo que quieres ser y de cómo conseguir llegar a ese punto en el que sabes que sentirás plenitud y orgullo. No hablo de nada que no sepáis ya, verdad?

Soy una persona que me muevo por objetivos. Me gusta saber que hago las cosas para conseguir un fin, una meta. Disfruto recorriendo el camino hasta llegar a culminarlo y, una vez alcanzado, disfruto de nuevo de él. Me llena compartir todo ello con personas cercanas. Me gusta explicar mis pequeños pasitos y recibir un feedback más objetivo y con perspectiva. Me enriquece y me mueve a esforzarme más.

Os confieso que he tenido (y las tengo!) temporadas en las que no he sabido hacia dónde caminar. Es una sensación confusa, nada agradable. Desconfías de ti mismo, de tu criterio. Te inventas maneras para motivarte pero la desmotivación llega tarde o temprano. Vuelves a pensar que lo que haces no tiene rumbo fijo y que te estás dejando llevar hacia un sinsentido poco atractivo. Corroboras tus sensaciones con pensamientos catastrofistas. Es una inseguridad incómoda. Y no me gusta lo que siento cuando estoy en una de esas temporadas.

Pasado un tiempo, pienso que forman parte del cambio estos baches existenciales, que con ellos, aunque no lo parezca, avanzas, mejoras, arrancas nuevos proyectos, diseñas nuevas metas por las que luchar y demostrarte que eres capaz de eso y más!

Y vuelves a disfrutar, a confiar en ti y en los recursos con los que cuentas. Vuelves a caminar y a saltar! A explicar a los cuatro vientos tus nuevos planes, tus futuros logros. Eres de nuevo tu, activo, creativo, seguro, pleno!

La confianza en la toma de decisiones es exageradamente importante. De ello depende, en muchas ocasiones, nuestro éxito!

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Foto: Maria Alegret

Creed en vuestras elecciones, serán erróneas o no pero de ellas aprenderéis y eso os hará más grandes, más sabios y menos vegetales.

Los valores. Conocemos muchos de ellos. Y, aunque así sea, seguramente nos hemos parado poco a pensar cuáles consideramos que son nuestros valores. Y si, además, vivimos acorde a ellos.

La salud, la familia, el respeto, la sinceridad, la equidad, el logro, la humildad, la gratitud, la exigencia, la cooperación, la justicia,… Podría llenar folios y folios de valores. Son personales, valiosos y justifican muchas de las decisiones importantes que hemos tomado en la vida, pues recurrimos a ellos más a menudo de lo que somos conscientes.

Si bien es verdad que hay valores que han ido variando de generación en generación,  hay otros que han permanecido con los años. Han sobrevivido a los cambios de la humanidad y nos han acompañado siempre. El cuidado de nuestro entorno es un claro ejemplo de valor nacido del cambio, valor que nuestros abuelos no se plantearon al nivel que hoy en día lo hacemos. En cambio la amistad, el respeto, la familia, la honestidad, el trabajo,…han sido y son valores de peso.

Vivir acorde a ellos es ardua tarea, pero primordial para sentir equilibrio, armonía, coherencia entre lo que pensamos y lo que hacemos. En definitiva, nos sentimos fuertes y bien cuando, en base a ellos, actuamos.

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Foto: Maria Alegret

Y debemos ser críticos y sinceros con nosotros mismos cuando no cumplimos con ellos.

Para ello hay que saber identificarlos. Algunos los tenemos más presentes que otros. Es por ello, que la ayuda de un coach puede facilitarnos esta labor, complementando y enriqueciendo nuestra lista de valores.

Os recomiendo que os sentéis 10 minutos con un folio en blanco e intentéis escribir, al menos, 20 valores en los que creéis. De esos 20, seleccionar 3. No os será fácil, pero os ayudará a saber si los tenéis claros y, además, si vivís en consonancia a ellos.

¡¡Ya me explicaréis el resultado!!

A las personas nos suele gustar tener una cómoda estabilidad en nuestras vidas. Sentir cierta calma en la vida laboral y saber que somos parte importante del engranaje, vivir relaciones personales tranquilas y ricas, disfrutar de pequeños placeres y crear hábitos que nos reporten calidad de vida.

Cuando aparecen circunstancias que amenazan esa estabilidad, nos mostramos inquietos, miedosos, inseguros. Los cambios no suelen gustar si vienen de forma inesperada. Aunque podemos aprender a lidiarlos con éxito. Y de ellos siempre sacamos enseñanzas que sólo nosotros aprendemos.

Sin embargo, me interesa hacer hincapié en el cambio deseado. El que es buscado, incluso provocado.
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Como reza este cartel publicitario

¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez?

 

Eso es exactamente lo que nos emociona y motiva. Necesitamos desarrollar proyectos que nos hagan vibrar de alguna manera. Que todo sea una novedad tiene dos caras. La de la aventura, sorpresa, ilusión, reto, implicación, etc. Y la contrapuesta, la que nos frena por hacernos pensar que no podremos conseguirlo, tenemos miedo a salir de nuestra zona de confort,  a creer que perderemos aquellos «privilegios» ganados con los años, a estar, en definitiva, peor de lo que estamos.

El trabajo con un coach es, básicamente, el de reeducar esas creencias que nos limitan, esos miedos que nos paralizan y ampliar el campo de visión. Un trabajo periódico con él, donde permites idear un plan de transición para dar ese salto deseado, con la seguridad de que, sin prisa pero sin pausa, conseguirás el objetivo de cambio que te has propuesto, con el claro convencimiento de que estás ganando, siempre ganando!

NO dejéis de permitiros ese CAMBIO, todos somos capaces de dar el salto!!

La actitud. La certeza de que las cosas evolucionan hacia un estado que tú has decidido previamente, has dedicado un tiempo a organizarlo y a prever las consecuencias de esas acciones concretas. Ser conscientes de que la buena o mala suerte tiene un papel secundario y de que en tu vida el protagonista eres tú, es una actitud. Hay un cambio de perspectiva y una toma de responsabilidad seria y, a la vez, extremadamente gratificante, porqué todo aquello que va saliendo como habías ideado es logro tuyo, y eso es brutal.

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Por supuesto, puede que no alcances lo soñado. Puede que, aún habiendo hecho lo posible y lo imposible, no lo logres. No es motivo de derrota sino de valorar aquellos pasos que dejé de dar, los recursos que no usé y la segunda vez hacerlo mejor!

Para aprender hay que errar tantas veces como sea necesario

Es por ello que frases tan recurrentes como: qué mala suerte, por culpa de fulanito no he logrado…, ya no tienen cabida aquí. Es necesario creerse capaz de conseguir lo que uno se propone, siempre y cuando la implicación sea máxima. La actitud de responsabilizarse y no asustarse por ello.

Proponerse una meta, un objetivo, a veces resulta realmente motivador pero no está exento de dificultades.  Una buena opción es recurrir a un coach personal. Con él trabajarás desde la gestión del tiempo y las posibles estrategias a poner en práctica,  hasta aquellos elementos que podrían entorpecer el proceso. Además desempolvarás tus potencialidades, ganando a los miedos sabiendo actuar cuando los sientas. Y, finalmente,  superarás esas creencias que te limitan convirtiéndolas en aliadas.

Se trata, en definitiva, de un trabajo personal que te reportará seguridad y tranquilidad para afrontar todo lo que te propongas, creyéndote capaz. Imprescindible.

 

 

Se dice que la vida es una suma de momentos, de fotografías, de situaciones congeladas en nuestra memoria, compartidas con aquellas personas a las que queremos, admiramos y nos aportan cosas que son buenas para nosotros, que nos enriquecen y llenan. Esos momentos, esas fotografías de la memoria son la historia que hace completa nuestra vida.

Confieso que tengo una gran debilidad. Disfruto de momentos de intimidad con personas cercanas a mi. Disfruto de ese café en un rincón tranquilo de un bar, adoro la última copa de Ribera en una cena llena de confidencias, me enamora pasar ratos sin reloj, sin tiempos ni límites confiando mis verdades y mis mentiras a alguien que las escucha con pasión. Esa pasión que pongo al escuchar las suyas.  Y que hace que ese rato y esa persona sea única.

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En el mundo en el que acabo de sumergirme, el del coaching, a esta actitud la llamamos “escucha activa”. Es la capacidad de desaparecer del mundanal ruido. Es tener ojos y oídos sólo para esa persona. Es estar consciente e inconscientemente en la historia del otro y sentir que también es tuya. 

Aquellos que disfrutan de esos exquisitos y ricos momentos saben y entienden de qué hablo. Para mí, esas son las fotografías de mi historia, son los momentos con mayúscula de mi vida, esenciales para sentirme viva. En definitiva, es prometer calidad y compañía sin más placer que el de estar.