Todo aquel que aspire a mejorar en cualquier ámbito de su vida tiene inherente en su mapa mental el sentido de la responsabilidad. Responsabilidad que le sitúa en un estado de duda habitual, agradable, que le genera ganas de saber y formarse, de adquirir nuevos puntos de vista. La responsabilidad de cambiar maneras de hacer si éstas fueran caducas o vagas. Poner en tela de juicio lo que se da como dogma. Y con ello aportar valor a su vida y, por ende, a su trabajo.
Y mientras exista este movimiento, te moverás tu. Serás más sabio, te convertirás algo más experto en lo tuyo y, probablemente, más líder en tu grupo de trabajo y en tu ámbito social.
Howard Gardner dijo que los líderes son personas que, mediante la palabra y el ejemplo personal, influyen acusadamente en las conductas, pensamientos y sentimientos de un número importante de sus congéneres humanos. Pues qué mejor manera de transmitir dicho valor de responsabilidad.
Y para empezar a ser líder y experto en lo tuyo, el punto de partida es uno mismo. Todo empieza en nosotros. Conocernos, saber nuestras fortalezas y debilidades. Ser valientes y saber rascar un poco por debajo de la piel que habitamos, como reza el título de una película. Stephen Covey decía que El conocimiento de uno mismo tiene que ver con saber y detectar nuestras debilidades, pero también con conocer nuestros talentos, nuestras fortalezas. El reto está en utilizar herramientas para detectarlos. Y esas herramientas hay que conocerlas y además saber usarlas. En este punto me paro y doy especial importancia a disciplinas conocidas como pueden ser el Coaching o la PNL, que aportan esas herramientas y ayudan a generar opciones para la resolución de conflictos y mejorar el autoconocimiento y la proactividad.
Covey también dijo muy acertadamente que Las personas que no se conocen a sí mismas no pueden dominar sus reacciones, ni explotar sus talentos y habilidades y por ende nunca podrán trabajar en equipo; le llama “El paradigma de la dependencia”, es decir, las personas dependientes necesitan de los otros para conseguir lo que quieren, se puede ser física, intelectual o emocionalmente dependiente. La mayor parte de las investigaciones sobre el liderazgo se han concentrado en el comportamiento del líder y cómo mejorar su estilo y sus métodos; han intentado cambiar al líder desde fuera (Blanchard, 2007). En años recientes, sin embargo, se ha hallado que el liderazgo eficaz es un trabajo interior.
Solo es útil el conocimiento que nos hace mejores (Sócrates)